Archivo de noviembre, 2008

Sólo otra canción pop de moda

Posted in certidumbre with tags , on noviembre 25, 2008 by johnimonlydancing

Es como volver a los 15, cuando uno era, todavía, inquilino de la ingenuidad y cualquier evento con luces brillantes lograba deslumbrarnos y disparar nuestro asombro. Es como cuando todo estaba rodeado de un cierto halo de novedad que se colaba en nuestros sentidos y nos proyectaba hacia las más fantásticas conclusiones o hipótesis. Como recordar aquella primera caricia que precedía el encuentro de la piel. Como aquella canción pop, bastante tonta y bastante torpe en su constitución, que nos hipnotizaba y nos convencía de una calidad irrefutable…

Pero pasa el tiempo y por una razón u otra, uno vuelve a esos lugares que antes guardaban un sabor único, para darse cuenta de que  las maravillosas luces son sólo una serie de bombillos comunes y corrientes, que la novedad era el único encanto, que las caricias que han seguido a esa primera cuentan con un valor especial ya que, a pesar de no ser la primera, guardan en su dermis un significado que avasalla a la novedad. Como volver a escuchar esa canción tonta y verla como lo que realmente es : una tonta canción. 

Mi vida con las mujeres es igual. Como bien decía Beigbeder: cuando conozco a una chica quiero besarla, y todo es parte de una complicada arquitectura de la infatuación en donde cada mirada corresponde a un paso de un plan calculado en el que uno pierde hasta la camisa. Cuando beso a la chica quiero acostarme con ella, y el día entero es una incubadora de oníricas humedades bañadas en la tenue luz de una tarde que no existe ni existirá. Cuando me acuesto con la chica quiero vivir con ella, y las arquitecturas de la infatuación se concretan en vigas , hormigón y una cotidianeidad que no corresponde a ninguno de los sueños. Cuando vivo con ella quiero casarme, y uno se muestra dispuesto al compromiso. Cuando me caso, conozco a otra chica, y simplemente conozco a alguien más.

Ella es ahora esa canción pop que viene de mi adolescencia, esa tonada que parecía de sirena y termina desentonando en la última nota. Sus desplantes ya no me parecen de una ternura encarnizada, ahora, simplemente me dan una tremenda pereza. Sus juegos de seducción ahora me parecen torpes y cansados. La dulzura que antes encontraba en sus ojos parece rehuir y extinguirse con cada uno de nuestros encuentros. Todavía quiero acostarme con ella, es cierto, pero como un mero acto de retribución a mis atenciones, como el mero impulso de una piel que no ha visto gota alguna de sudor en un buen tiempo.

Me pregunto si aquella chica, no la del párrafo anterior, la que parece sonar a canciones de Bowie y The Cure, la que parece andar con tonadas de los Kinks algún día conservará esa magia de una primera vez y ese encanto de la rutina. 

See the way she walks, hear the way she talks

Posted in Uncategorized with tags on noviembre 4, 2008 by johnimonlydancing

Después de todo, Alejandra es una niña. Una niña que juega el papel de mujer seductora con una dulzura que se gana mi rendición total ante sus pies.  Existe una ternura infantil que se esconde detrás de sus ojos y que no quiere que nadie vea. Una ternura que es sólo perceptible por el efecto de sus lágrimas a contra luz, cuando la tarde comienza a calentar los cuerpos.

            Gusta de las cosas dulces como los pasteles y las mentiras. Gusta de los besos, aunque nunca sabe bien donde guardarlos. Existe algo en ella que me conmueve devastadora y absolutamente. Un cierto miedo que adereza sus ataques adolescentes y su furia de madona en celo, una necesidad de capricho que le permite destruir cualquier morada con tal de conseguir lo que desea, hombre, sueño o fortaleza.  Existe una esencia en ella que evoca a las ninfetas, una sed  de saturarlo todo de sabores, de aromas, de imágenes, de sonidos, de sensaciones, de saliva, de piel, de vino. Alejandra se pasea entre una inocencia maniquea y una seducción sin malicia.    

            Imagino mis manos en su espalda, tejiéndole con hilos de sudor una nueva piel, imagino mi boca bebiendo de un delta salado entre sus piernas. Imagino, que le han dado algún golpe del cual no se ha recuperado totalmente, imagino que quiere que la proteja de un golpe futuro. Se, que no necesito de su consentimiento para enamorarme y que ella poco apoco descubrirá que me he metido en sus ideas.