Sólo otra canción pop de moda

Posted in certidumbre with tags , on noviembre 25, 2008 by johnimonlydancing

Es como volver a los 15, cuando uno era, todavía, inquilino de la ingenuidad y cualquier evento con luces brillantes lograba deslumbrarnos y disparar nuestro asombro. Es como cuando todo estaba rodeado de un cierto halo de novedad que se colaba en nuestros sentidos y nos proyectaba hacia las más fantásticas conclusiones o hipótesis. Como recordar aquella primera caricia que precedía el encuentro de la piel. Como aquella canción pop, bastante tonta y bastante torpe en su constitución, que nos hipnotizaba y nos convencía de una calidad irrefutable…

Pero pasa el tiempo y por una razón u otra, uno vuelve a esos lugares que antes guardaban un sabor único, para darse cuenta de que  las maravillosas luces son sólo una serie de bombillos comunes y corrientes, que la novedad era el único encanto, que las caricias que han seguido a esa primera cuentan con un valor especial ya que, a pesar de no ser la primera, guardan en su dermis un significado que avasalla a la novedad. Como volver a escuchar esa canción tonta y verla como lo que realmente es : una tonta canción. 

Mi vida con las mujeres es igual. Como bien decía Beigbeder: cuando conozco a una chica quiero besarla, y todo es parte de una complicada arquitectura de la infatuación en donde cada mirada corresponde a un paso de un plan calculado en el que uno pierde hasta la camisa. Cuando beso a la chica quiero acostarme con ella, y el día entero es una incubadora de oníricas humedades bañadas en la tenue luz de una tarde que no existe ni existirá. Cuando me acuesto con la chica quiero vivir con ella, y las arquitecturas de la infatuación se concretan en vigas , hormigón y una cotidianeidad que no corresponde a ninguno de los sueños. Cuando vivo con ella quiero casarme, y uno se muestra dispuesto al compromiso. Cuando me caso, conozco a otra chica, y simplemente conozco a alguien más.

Ella es ahora esa canción pop que viene de mi adolescencia, esa tonada que parecía de sirena y termina desentonando en la última nota. Sus desplantes ya no me parecen de una ternura encarnizada, ahora, simplemente me dan una tremenda pereza. Sus juegos de seducción ahora me parecen torpes y cansados. La dulzura que antes encontraba en sus ojos parece rehuir y extinguirse con cada uno de nuestros encuentros. Todavía quiero acostarme con ella, es cierto, pero como un mero acto de retribución a mis atenciones, como el mero impulso de una piel que no ha visto gota alguna de sudor en un buen tiempo.

Me pregunto si aquella chica, no la del párrafo anterior, la que parece sonar a canciones de Bowie y The Cure, la que parece andar con tonadas de los Kinks algún día conservará esa magia de una primera vez y ese encanto de la rutina. 

See the way she walks, hear the way she talks

Posted in Uncategorized with tags on noviembre 4, 2008 by johnimonlydancing

Después de todo, Alejandra es una niña. Una niña que juega el papel de mujer seductora con una dulzura que se gana mi rendición total ante sus pies.  Existe una ternura infantil que se esconde detrás de sus ojos y que no quiere que nadie vea. Una ternura que es sólo perceptible por el efecto de sus lágrimas a contra luz, cuando la tarde comienza a calentar los cuerpos.

            Gusta de las cosas dulces como los pasteles y las mentiras. Gusta de los besos, aunque nunca sabe bien donde guardarlos. Existe algo en ella que me conmueve devastadora y absolutamente. Un cierto miedo que adereza sus ataques adolescentes y su furia de madona en celo, una necesidad de capricho que le permite destruir cualquier morada con tal de conseguir lo que desea, hombre, sueño o fortaleza.  Existe una esencia en ella que evoca a las ninfetas, una sed  de saturarlo todo de sabores, de aromas, de imágenes, de sonidos, de sensaciones, de saliva, de piel, de vino. Alejandra se pasea entre una inocencia maniquea y una seducción sin malicia.    

            Imagino mis manos en su espalda, tejiéndole con hilos de sudor una nueva piel, imagino mi boca bebiendo de un delta salado entre sus piernas. Imagino, que le han dado algún golpe del cual no se ha recuperado totalmente, imagino que quiere que la proteja de un golpe futuro. Se, que no necesito de su consentimiento para enamorarme y que ella poco apoco descubrirá que me he metido en sus ideas.     

In God(ard) we trust

Posted in cine, Euforia, misterio with tags , , on octubre 27, 2008 by johnimonlydancing

 

UPDATE

De verdad creí que era un duque, pero al parecer soy aquel que regresa de la isla de Elba…

 

WATERLOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

 Mientras ella sonreía, con una sonrisa filosa manchada de coquetería, tras una humeante taza de café, y posaba sus ojos (sólo diré que en sus ojos radica la locura de todos los hombres) sobre los míos, yo recordaba aquella escena de Sin Aliento, en donde Michel Poiccard viéndose al espejo del baño de Patricia Franchini, se decía así mismo: “Siempre me intereso en chicas que no son buenas para mi”

            Esta mujer tiene sobre su cabeza un gran, un enorme, un gigantesco y brillante letrero de neón rojo que parpadea con la palabra “PROBLEMA”  Tiene todos los elementos para atraparme, y todos para hacerme pedacitos en el momento mismo que ella lo considere necesario. Yo estaba frente a ella, jugando su juego y perdiéndolo en cada movimiento. Entre trago y trago de café,  me internaba más en  un complejo ajedrez de miradas en el que mi rey se escudaba tras mi pupila derecha esperando el momento inevitable de la derrota. Después de mi segundo expreso doble y un tren casi  infinito de humo  de tabaco que salía de mi boca, sucedió lo que desde un principio era claro. Mis peones, mis torres, mis alfiles, mis caballos y mi reina, estaban tirados sobre la mesa, entre las cenizas de los cigarros, dando pequeños estertores como si fueran insectos con un alfiler en medio de su cuerpo, sólo suspiré y dije : “ Dios”, ella sonrió, con la satisfacción de su futura victoria tiñéndole los labios. Después mirándola fijamente le dije: cuidado, todos tenemos un Waterloo.

            Ya me podía imaginar corriendo sobre una calle de Paris, en una de esas tardes en blanco y negro, con un sombrero viejo,  mientras, impactándose en mi espalada, un par de  balas policíacas. Entonces, ella se acercaría a mi cuerpo casi inerte y antes de morir, no se si por las balas, no se si por el embate directo de sus ojos delante del sol, haría tres gestos y caería en el olvido…

            Después del café, durante una breve caminata hacia su automóvil, mis labios impacientes buscaron la complicidad de los suyos. Su rostro inmóvil, y de pronto, una breve rotación de su cabeza. Mis labios en su mejilla, en su sonrisa un jaque mate…

            De camino a casa, en su auto, seguíamos con los coqueteos. Enfrente de mi edificio, después de unas sonrisas y algunas interesantes insinuaciones, ella dijo: “Dios,   creo que ha llegado mi Waterloo, debo de advertirte, es uno pequeño, no lo puedes considerar una victoria” Aun así, lo hice. Salía de su auto y en mi cabeza recordaba ahora a Lemmy Caution y su poesía iluminando la noche de la ciudad.    

 

 

«haciendo lo que más me gusta»

Posted in Amistad, haciendo lo que más me gusta, Música with tags on octubre 9, 2008 by johnimonlydancing

Desde que el hombre se constituyó como tal, ha empeñado su existencia en preguntar. Somos criaturas  constituidas por la duda, y es esta, el motor primario, el verdadero motor inmóvil que Aristóteles siempre soñó.  Toda acción se ve condicionada por un signo de interrogación. Los libros de filosofía no son más que un basto compendio de preguntas que siempre hemos tenido, acompañado, claro esta , de bastas reflexiones entorno a estas inquietudes.

Desde los filósofos presocràticos hasta los sistemas de pensamiento contemporáneos se han dado los mismos cuestionamientos una y otra vez: quienes somos? Por que estamos aquí? Hacia donde vamos? Clichés todos de esta era posmoderna y de todas las eras anteriores. Quizá solamente la filosofía oriental a través de sus reflexiones sobre el vacío logra evadir algunas preguntas.

En un momento de epifanía, y tratando de aportar un granito de reflexión filosófica a este mundo que con cada segundo se devalúa más, he logrado resolver una de las grandes  preguntas que atormentan la mente de todo adolescente y ser humano (nótese que los adolescentes no son del todo humanos). Queridos lectores, sé que día a día ustedes se preguntan y en esta ardua labor de echar a rodar la piedra que habita dentro de nuestros cráneos, sufren y se desquebrajan. Sé que día a día ustedes dedican un momento de su valioso tiempo  a resolver lo que yo ya he resuelto. No teman más, su angustia será eliminada. Para todos aquellos que encuentran el eje de su existencia en tan profunda reflexión va este post.  Para usetdes que siempre se han preguntado (can can can!!!!!) COMO SERÍA SI YORCH Y CANO TRABAJARAN EN UNA TIENDA DE ELECTRODOMÉSTICOS? he aquí la respuesta, ahora pueden descansar:  

Maybe not today, maybe not tomorrow but soon…

Posted in misterio with tags , , on octubre 1, 2008 by johnimonlydancing

Los días se han convertido en una vertiginosa sucesión de eventos. Como relámpagos llegan e igualmente se van, y de pronto, uno está en medio de todo, con la situación fuera de las manos.

La oficina se ha convertido en una verdadera tortura, cascadas de documentos que deben ser entregados en tiempo y forma, y no hay tiempo, ni forma alguna. Supongo que ésta es la realidad, que éste es el panorama laboral común a todos…los que laboran al menos. Sin embargo, muchas cosas se han dado, cosas que por un lado me aterran y por el otro me emocionan: ha aparecido otra mujer en mi vida, una que esta igual de loca que yo y que, muy curiosamente, recibe todos los embates de mi infatuación con una sonrisa. Una mujer con la que después de estar con ella de las 12: a las 5:30 am, sigo en contacto mediante mensajitos hasta que llega el sol a darme los buenos días. Una mujer con la que la noche de ayer estuve en el teléfono hasta que mis ojos no aguantaron más y sucumbieron ante los suspiros de Morfeo. será? será que, por fin, existe alguien que toma mis detalles impulsivos con filosofía? En fin… muchas cosas que contar y muy poco tiempo, ya las contaré, quizá no hoy, quizá no mañana pero pronto. Por mientras les dejo un poemita pa’ que se entretengan.   

 

En el incierto rumbo de una gota de agua

un ángel llora, mientras un niño arranca sus alas.

 

Las plumas caen una a una,

y conforme planean en el aire,

en el rostro del infante

crece una sonrisa blanca.

 

El niño, ignorante de todo dolor,

ríe  

     mientras observa los jadeos

del cuerpo desgarrado.

 

Ángel inmóvil.

Los desesperados pulsos de su cuerpo

se extinguen.

La sonrisa se desdibuja del rostro infantil.

 

Un niño llora, con las alas de un ángel en sus manos

en el incierto rumbo de una gota de agua.

Una sintaxis particular

Posted in Poesía with tags on septiembre 15, 2008 by johnimonlydancing

El alma cuenta
con una sintaxis particular:
una serie de espinas
que se enuncian
en tu boca de serpiente
buscando ser verbo.

Existe también,
una luna
ocupada por lunas más pequeñas
que se desbordan
en tus dedos
buscando la espina primera.

Entonces,
viene la gota de sangre
que te revela como gramática,
como el único lenguaje
donde habita la poesía.

Existe tu alma como Babel,
un lugar en donde,
temeroso,
extiendo mi mano
para tocarte
evitando tocar a Dios.

Los dialectos
de mi inconsciente
convergen en ti,
buscan
la precisa
redacción de tu aliento.

Te busca mi boca
para aprender
a escribir tu nombre,
para conjugar
los sabores de tu piel,
y adjetivar de manera adecuada
                                                            y precisa
                                                                                     tu ausencia.

 

Just Like Fred Astaire

Posted in ensoñación, Euforia, Música with tags , on agosto 28, 2008 by johnimonlydancing

 

Existe algo en ella que parece sanarme. Cuando uno piensa que el mal no puede ser más agudo, aparece con una sonrisa y, al menos por un instante, todo parece marchar bien. Lo curioso no es que su sonrisa se presente como un remedio contra mi tristeza, lo curioso es que sabe cuando presentarse…

 

 

            Incluso cuando uno sabe, cuando uno siempre ha sabido, que existen momentos inevitables, el conocimiento no aligera el golpe cuando estos llegan. En mi caso sucedió el domingo pasado. Checaba el correo en la computadora y después, una de esas tantas páginas de perfiles que te permiten coleccionar amigos como si estos fueran tarjetas de béisbol. Entonces,  lo que sabía  llegaría en algún momento del futuro, formo parte de un tiempo inmediato y palpable: allí, justo frente a  mí,  la representación en 250 X 320 píxeles de una felicidad que no tenía mi nombre en ninguno de los colores de la imagen digital. El nombre del álbum fotográfico era “Europa”, y estaba ella, con una sonrisa llena de dientes, orgullosa, incluso arrogante, frente al Museo del Prado, abrazando a quien en algún momento de un pasado, que cada vez se vuelve más lejano, tuvo mi nombre.

 

            No pude contenerme, todos sabemos que el morbo es más fuerte que cualquier punzada en el costado, y entonces, grave error, abrí el dichoso álbum. Besos, abrazos, sonrisas que habitaban una geografía y una ruta que tiempo atrás ella y yo habíamos planeado. Ese era nuestro plan, mi plan?, el plan de ella?…el plan de ellos.

 

            El lunes fue uno de esos días que están poblados por esos diminutos detalles que te irritan hasta el punto mismo de la psicosis. En la noche busque una película que me permitiera relajarme. A los veinte minutos…la electricidad decidió que no le gusta la lluvia y escapó a algún paraíso tropical fuera de mi alcance y del de mi reproductor de DVD. 

 

          

  Martes, un día tan malo como el anterior, sólo que con una enseñanza importante: cuando las cosas vayan mal, alégrate, en cualquier momento se pueden poner peor…y así fue. Sonó el teléfono y del otro lado del auricular de mi oficina, la voz de mi padre, quien desde el hospital llamaba para informarnos que un mal que había comenzado el fin de semana se había convertido en la necesidad de internarlo. Salí de la oficina rumbo al Hospital Español: tarde (noche, mañana, tarde siguiente, siguiente noche, siguiente mañana) de análisis y enfermeras.

 

            El día de ayer, como a eso de las tres, comenzó a vibrar mi celular con un mensaje de texto: ¿tienes algo que hacer hoy, como a las 6:30 o 7?…era ella, no la mujer que sonreía desde España a través del burlón monitor de mi ordenador, no, no era la mujer de uno de mis tantos pasados, no, no era esa mujer. Era una mujer que esta hecha de cantos, una mujer de labios marinos y besos que serpentean por mi lengua dejando una estela de azúcar, una mujer con arrecifes de color en sus palabras.

 

            La llamé, concertamos una cita y horas después me encontraba frente a un café, bajo la lluvia. La vi a lo lejos, vestía una chamarra morada, tenis del mismo color y unos jeans deslavados, en su mano izquierda un pequeño paraguas azul y en el rostro una sonrisa, genuina, tranquila, de esas que se contagian y  pueden crear una epidemia en cuestión de minutos.

 

             De pronto los dos, frente a frente, un momento de silencio, un saludo y un abrazo… la tome fuerte mientras sentía que algo en mi sanaba y mi cuerpo se volvía más ligero. No sé si sea por su vocación de ave, no sé si por las miradas que le entrego y ella viste en sus brazos como plumas, pero cada abrazo suyo provoca una brevísima levitación, un pequeño vértigo que se queda en el corazón, y hace que las palabras se mareen y jueguen a ser versos.  Le entregué unas flores, le dije que no había podido evitarlo. Ella sonrió y me dio un beso.

 

            La tarde se consumió entre cigarros, café y palabras. Debo admitirlo, la niña me encanta. Me gusta que podamos hablar horas y horas, de todo, de nada, de lo que sea. Me gusta que sus palabras suenen como si tuviera en ellas a cientos de golondrinas enredadas. Me gusta que nuestras manos se tomen en la oscuridad del cine y ponerme nervioso. Me gusta quedarme la tarde entera sentado al filo de sus pupilas. Me gusta pensar que seré el chico que se queda con la chica para irse volando. Me gusta darme cuenta que cuando me separo de ella comienza a darme frió, pero nunca siento frío cuando ella esta junto a mi.

 

            Me gusta creer en la felicidad, me gusta creer en el amor, me gusta creer  que ella ha caído a la tierra de algún lugar muy alto, me gusta creer en Hollywood, me gusta no creer que el amor deba traer desesperación, me gusta saber que todo esto sucede por que cuando la tomo en mis brazos me siento como Fred Astaire.       

«Va a suceder en Madrid» un pequeño cuento

Posted in Duelo with tags on agosto 22, 2008 by johnimonlydancing

Va a suceder en Madrid, en un día nublado y con lluvia, de esa que es muy fina y constante. El tipo de lluvia que, precisamente, no soportas. Entrarás al bar para escapar de la lluvia y te tomarás un trago, un vodka tonic, sólo para matar el tiempo.  Probablemente vestirás un traje sastre y seguramente tendrás el pelo recogido. Te vas a sentar en la barra y llamarás a tu marido por celular para decirle que llegarás un poco más tarde, que acueste a los niños, ya que al día siguiente tienen colegio, y les de un beso de tu parte. De tu portafolio una cascada de papeles y oficios, traducciones que en el despacho no terminaste, las mirarás rápido y buscaras igualmente rápido una estrategia que te permita sacar el trabajo a tiempo.

            El ruido será familiar y abundante, incluso cálido. Primero verás el televisor, habrá un partido de Fútbol que no te interesa, y agradecerás no estar en casa ya que lo estarías viendo con tu marido.  Poco a poco dirigirás tu mirada en una ruta panorámica que te permita ver todo rincón del lugar. Entonces en una esquina oscura vas a verme. Al principio no me vas a reconocer, estaré calvo y gordito, pero algo en mí llamará tu atención. Seguirás observando hasta convencerte un poco más. Guardarás los papeles que regaste en la barra y te dirigirás a mi mesa. Buscarás mis ojos con los tuyos y pronunciarás mi nombre con un tono de duda. Desde mi libro pasaré a un pequeño desconcierto y de ahí a la sorpresa.  Ahora seré yo quien pronuncie tu nombre con un tono de duda.

            Serás una de esas mujeres guapas, de mucho porte, los años y un mechón de pelo gris acentuará esa belleza elegante que siempre tuviste. Mencionaré lo bien que te ves y lo bien que te quedan las canas. Recordarás que me gustaban cuando éramos jóvenes y harás mención de ello. Hablaremos de donde hemos estado, de lo que hemos hecho. Tú mencionarás tu matrimonio con uno de esos hombres buenos, muy buenos y muy comunes, de esos que solían molestarte tanto como la lluvia fina que te hizo entrar al bar. Yo te diré que no estoy casado pero llevo un divorcio y estoy con una de esas jóvenes de plástico que son cliché y gustan tanto a los hombres «maduros» como yo. Te reirás y dirás que no te sorprende.

            Te ofreceré un cigarro pero tú ya habrás dejado de fumar, que lo hiciste por los niños. Preguntarás si tengo hijos, te responderé que uno, de unos 15 años que se llama Santiago como el hijo imaginario que una vez tuvimos. Me hablarás de tus niños, dirás que uno de ellos lleva el mismo nombre del hijo que concebimos entre ensueños en tardes de sudor, y dejaremos escapar algunas risas.

            Secretamente, en la intimidad de tu memoria, recordarás por que en algún tiempo te enamoraste de mí, pero inmediatamente recordarás que no soy un tipo de fiar y que llega un momento en donde uno no necesita bromas sino estabilidad. Yo recordaré por que estoy enamorado de ti pero lo haré explicito.

            Con una risa nerviosa buscarás algún pretexto para retirarte de mi mesa, irás a la barra a apurar el vodka que dejaste a la mitad, dejaras unos billetes y una moneda sobre la barra y te dirigirás a la puerta. Desde ahí, voltearás de nuevo a verme, sacudirás tu mano, de manera infantil, incluso torpe,  intentando decir adiós y un paso justo antes de salir del bar buscarás un último contacto con mis ojos. Te toparás de nuevo con ellos. Encontraras dentro de mis pupilas una pequeña luz que hará eco en tus pupilas, como si dentro de tu cabeza hubiera una niña pequeña que con un espejo regresa las señales de un faro que encontró en algún horizonte.

            Te sentirás tentada a pedir mi teléfono, a darme tu número, pero sabrás que en la vida ordenada eso no se permite, saldrás corriendo hacia las finísimas agujas de agua que desgarran tu paciencia, mientras entre premoniciones adivinas futuras noticias, algo vagas, de amigos en común que muy de vez en cuando frecuentamos, y no nos volveremos a ver nunca.

I Am the Champion

Posted in ensoñación, Euforia, Poesía with tags on agosto 15, 2008 by johnimonlydancing

No soporto las olimpiadas, y si no mal recuerdo es un evento que nunca he disfrutado. En años anteriores, era el Güiri Güiri  lo que me hacia soportar el infinito desfile de cuerpos alterados y movimientos inverosímiles, pero ahora ni eso.  Me parece absolutamente ridículo el furor que las olimpiadas causan. Si bien es cierto que las inauguraciones son bastante llamativas, no veo que le puedan pedir a eventos, sumamente trágicos , es verdad, pero sumamente estéticos, tales como el incendio de un tianguis de juegos pirotécnicos.

Otra de las cosas que nunca he entendido, es la manera en que endiosan a los atletas. No puedo dejar de lado su superioridad física y su estamina. he de reconocer que entre los atletas, existen seres humanos que parecen no serlo por sus hazañas deportivas, pero, aún así, no es para tanto.

En busca de la verdad, el día de ayer, después de una lluvia torrencial en la Ciudad de México, me dirigí al puente de palmas y reforma que, como todos ustedes sabrán, se convierte en una alberca semi-olímpica gracias al eficaz sistema de drenaje de nuestra amada capital. Me puse mi ya famoso “espido” (Speedo) rojo (adjunto foto):

 

y después de tres vueltas, logré la superioridad física que todos tanto envidian a los atletas: 

 

 

¡¡¡MUÉRETE

DE ENVIDIA

MICHAEL

PHELPS¡¡¡

One is (Not) the loneliest Number, Parte 2

Posted in Amistad, Euforia, Música, ominoso with tags , , on agosto 11, 2008 by johnimonlydancing

A pesar de que era bastante tarde y había llovido, el frío parecía no hacer mella en nuestros cuerpos. El trayecto fue bastante breve y en cosa de pocos minutos Yorch y yo teníamos en nuestras manos dos boletos azules, cortesías para DJ Falcon. En la entrada no hubo mayor complicación, incluso cuando el Miami, deleznable y prepotente cadenero, se encontraba haciendo las labores propias de una raza que no llegó a tiempo a la repartición de roles en el escalafón evolutivo. Entregamos los boletos y de nuevo estábamos sumergidos en una atmósfera oscura, que gracias a las diversas esferas disco, se adornaba con pequeñas y artificiales estrellas de colores.

            Primera escala: La barra, un Whiskey con Ginger Ale (para “Tacones Fogosos” y un Vodka Tonic (para Miguelito)  inauguraron esta segunda parte de la velada. Pasaje América tiene algo que siempre me ha gustado, un mood muy particular que me pone de buenas, además, siempre encuentro una chica que me parece de lo más bella, cosa que, sin duda, se agradece. Nos dimos una vuelta por el lugar, nos topamos con algunos amigos y después de saludar, nos dirigimos a la pista de baile. El área designada para los vertiginosos pasos de baile y rituales de apareamiento estaba ATASCADA, un alfiler no habría tocado el suelo de haberlo soltado sobre la duela de madera.  

            Debido a la concurrencia, decidimos ir a un ladito de la pista en donde una chica, nos miraba, a yorch y a mí, con un especial énfasis. Una miradita que lejos de ser tierna emulaba a Anthony Hopkins en su muy afamado rol de Hannibal Lecter. Después de dos miradas, Yorch  volteó a ver a la chica de la mirada ominosa. La chica lo miró, y después de unos breves instantes, Yorch levantó su brazo y dijo salud. La chica sonrió y correspondió el gesto. Fue entonces cuando decidí que mi presencia en tal situación estaba de más e  apliqué el  mutis por la derecha sin levantar polvo. La pista de baile me esperaba, gracias a mis prácticas dimensiones, a que soy “fun size” al igual que esos simpáticos y deliciosos M&M’s, logré colarme al centro de la pista.  Saltaba, me contoneaba de un lado al otro, mis piernas se movían como esas varitas de chicle que fueron parte de nuestra infancia y entonces la vi: una mujer linda, linda, de semblante afable que movía su cuerpo con algo que era entre timidez y torpeza. Después de dos rolas en las que me aseguré que no venía con nadie, al menos con ningún hombre, me acerqué a ella….

 

Uno siempre esta buscando la frase ideal para entablar una conversación con una completa desconocida, haciendo un repertorio mental de todas las convenciones sociales que se prestan para dicha situación  escogí tres que creí podrían funcionar:

 

a)      Frase cocky: con copete a la Johny Bravo e imitando la voz de un galán de telenovela mexicana de decimonovena: “Hola nena, ya estoy aquí, te quedan dos deseos.”

b)      The Ladysman: con una copa de coñac en la mano derecha, la camisa abierta hasta el ombligo y voz profunda: “Te voy a hacer esto muy sencillo chica, se que me deseas, así que, tu casa o la mía?”

c)      La religiosa: con cara de místico español, con los ojitos así como si uno estuviera en pleno apretón de tamagochi, y con las manos hacia el cielo, como a punto de un aleluya: “Estoy inventando una nueva religión y me hacen falta diosas, estas interesada?”

 

Después de analizar mis opciones,  me percate que eran de lo más estúpidas, pretenciosas y tristes, por lo que decidí acercarme y con la euforia acumulada a lo largo de la noche ser totalmente sincero:

 

-Hola, me llamo Rodrigo.  La verdad soy muy malo ligando pero tengo que decirte que me pareces una chica bellísima y me preguntaba si  me permitirías invitarte un trago-

 

Silencio…

 

Silencio absoluto, prolongado, frío y filoso… de pronto, su boca se abrió y…

 

En mi mente imaginaba tres repuestas:

 

a)      – Osea wey, que pedo? Toma 50 centavos cómprate un bosque y piérdete.-

b)      – No manches que oso, obvio que te gusto wey, pero que naco venir así a decirme eso-

c)      No manches, eres el hombre más sincero que he conocido y me has cautivado. Necesito que me tomes en tus brazos y me beses, una y otra y otra vez. Vamos, abrázame y hagamos de esta noche una comunión que escape al fin de cualquier tiempo. 

   

Hagan sus apuestas, cual fue la respuesta?… Ninguna, en lugar de darme un batazo metafórico con sus palabras o pedirme que le hiciera el amor en el rincón más próximo, sonrió, después de sacarse mucho de onda y me dijo:

 

-Hola, soy Alejandra-

 

Platicamos un rato, mientras medio bailábamos y de pronto, oh,  la tragedia: desde el otro extremo de la pista se acercó de manera vertiginosa una mujer como de un metro, por todos lados, rodó hacia mi y con un impacto feroz lanzóme al otro lado de la pista por los aires.  Apenas de pie se acerco a mi y bloqueando mi paso hacia Alejandra, quien no paraba de reír se agitó como si dentro de ese enorme cuerpo tuviera guardada una, también enorme, lavadora vieja. Yo no pude más que cagarme de la risa, poco a poco la fui evadiendo a pesar de su insistencia, hasta volver al lado de Alejandra. Ella dijo:

 

-Me gustaría platicar más, pero tengo que irme, además temo por mi vida (mientras, señalaba a la redonda fémina que se acercaba), pero me debes un trago-

– Claro que sí- respondí, y rápidamente huí de la robusta figura que se preparaba para un nuevo embate.

            Después de encontrarme con Yorch, quien estaba con los labios destrozados por los candentes besos de su morena (No, no es metáfora, la chica en cuestión había, literalmente, masticado su boca)  nos dirigimos a bailar. Bailamos hasta que el cuerpo nos pedía a gritos un descanso y volvimos a casa, con una sonrisa en el rostro, y otra más grande en el corazón…