Archivo de labios como espadas

Just Like Fred Astaire

Posted in ensoñación, Euforia, Música with tags , on agosto 28, 2008 by johnimonlydancing

 

Existe algo en ella que parece sanarme. Cuando uno piensa que el mal no puede ser más agudo, aparece con una sonrisa y, al menos por un instante, todo parece marchar bien. Lo curioso no es que su sonrisa se presente como un remedio contra mi tristeza, lo curioso es que sabe cuando presentarse…

 

 

            Incluso cuando uno sabe, cuando uno siempre ha sabido, que existen momentos inevitables, el conocimiento no aligera el golpe cuando estos llegan. En mi caso sucedió el domingo pasado. Checaba el correo en la computadora y después, una de esas tantas páginas de perfiles que te permiten coleccionar amigos como si estos fueran tarjetas de béisbol. Entonces,  lo que sabía  llegaría en algún momento del futuro, formo parte de un tiempo inmediato y palpable: allí, justo frente a  mí,  la representación en 250 X 320 píxeles de una felicidad que no tenía mi nombre en ninguno de los colores de la imagen digital. El nombre del álbum fotográfico era “Europa”, y estaba ella, con una sonrisa llena de dientes, orgullosa, incluso arrogante, frente al Museo del Prado, abrazando a quien en algún momento de un pasado, que cada vez se vuelve más lejano, tuvo mi nombre.

 

            No pude contenerme, todos sabemos que el morbo es más fuerte que cualquier punzada en el costado, y entonces, grave error, abrí el dichoso álbum. Besos, abrazos, sonrisas que habitaban una geografía y una ruta que tiempo atrás ella y yo habíamos planeado. Ese era nuestro plan, mi plan?, el plan de ella?…el plan de ellos.

 

            El lunes fue uno de esos días que están poblados por esos diminutos detalles que te irritan hasta el punto mismo de la psicosis. En la noche busque una película que me permitiera relajarme. A los veinte minutos…la electricidad decidió que no le gusta la lluvia y escapó a algún paraíso tropical fuera de mi alcance y del de mi reproductor de DVD. 

 

          

  Martes, un día tan malo como el anterior, sólo que con una enseñanza importante: cuando las cosas vayan mal, alégrate, en cualquier momento se pueden poner peor…y así fue. Sonó el teléfono y del otro lado del auricular de mi oficina, la voz de mi padre, quien desde el hospital llamaba para informarnos que un mal que había comenzado el fin de semana se había convertido en la necesidad de internarlo. Salí de la oficina rumbo al Hospital Español: tarde (noche, mañana, tarde siguiente, siguiente noche, siguiente mañana) de análisis y enfermeras.

 

            El día de ayer, como a eso de las tres, comenzó a vibrar mi celular con un mensaje de texto: ¿tienes algo que hacer hoy, como a las 6:30 o 7?…era ella, no la mujer que sonreía desde España a través del burlón monitor de mi ordenador, no, no era la mujer de uno de mis tantos pasados, no, no era esa mujer. Era una mujer que esta hecha de cantos, una mujer de labios marinos y besos que serpentean por mi lengua dejando una estela de azúcar, una mujer con arrecifes de color en sus palabras.

 

            La llamé, concertamos una cita y horas después me encontraba frente a un café, bajo la lluvia. La vi a lo lejos, vestía una chamarra morada, tenis del mismo color y unos jeans deslavados, en su mano izquierda un pequeño paraguas azul y en el rostro una sonrisa, genuina, tranquila, de esas que se contagian y  pueden crear una epidemia en cuestión de minutos.

 

             De pronto los dos, frente a frente, un momento de silencio, un saludo y un abrazo… la tome fuerte mientras sentía que algo en mi sanaba y mi cuerpo se volvía más ligero. No sé si sea por su vocación de ave, no sé si por las miradas que le entrego y ella viste en sus brazos como plumas, pero cada abrazo suyo provoca una brevísima levitación, un pequeño vértigo que se queda en el corazón, y hace que las palabras se mareen y jueguen a ser versos.  Le entregué unas flores, le dije que no había podido evitarlo. Ella sonrió y me dio un beso.

 

            La tarde se consumió entre cigarros, café y palabras. Debo admitirlo, la niña me encanta. Me gusta que podamos hablar horas y horas, de todo, de nada, de lo que sea. Me gusta que sus palabras suenen como si tuviera en ellas a cientos de golondrinas enredadas. Me gusta que nuestras manos se tomen en la oscuridad del cine y ponerme nervioso. Me gusta quedarme la tarde entera sentado al filo de sus pupilas. Me gusta pensar que seré el chico que se queda con la chica para irse volando. Me gusta darme cuenta que cuando me separo de ella comienza a darme frió, pero nunca siento frío cuando ella esta junto a mi.

 

            Me gusta creer en la felicidad, me gusta creer en el amor, me gusta creer  que ella ha caído a la tierra de algún lugar muy alto, me gusta creer en Hollywood, me gusta no creer que el amor deba traer desesperación, me gusta saber que todo esto sucede por que cuando la tomo en mis brazos me siento como Fred Astaire.       

Sorted For E’s & Wizz: Cabalgando en el lomo de un pez naranja hasta los labios rojos de una mujer rubia.

Posted in Amistad, ensoñación, Euforia, Música with tags , , , on marzo 11, 2008 by johnimonlydancing

11:28 pm. Es un lunes simple, y sin embargo, mi apatía cotidiana no logra borrar la sonrisa que existe en mis labios desde el sábado. Más de un viaje existió ese día. Se debe de aprender que las geografías no son sólo físicas, y muchos son los caminos que se forjan entre los tejidos de notas musicales y las pupilas de las personas que uno quiere. De verdad, no alcanzo a concebir un mejor destino que el que nos muestra un viento frío que con sus notas filosas se pasea entre amigos.

Oh is this the way they say the future’s meant to feel? Or just 20,000 people standing in a field.

Cold War Kids, las primeras tonadas que llegan a mis oídos, nada que despierte mi asombro. Camino entre cientos de personas, encuentro rostros conocidos, y rostros que me gustaría conocer. Antiguas amistades se convierten en reencuentros. Pareciera que va a ser una noche larga, llena de luces, de movimientos. Una de esas noches que pueden contener al mundo entero, una de esas noches en donde todo va a estar bien.

De la distancia llegan nuevas notas, Disco Ruido, un buen pretexto para bailar. Las sonrisas comienzan un vuelo que en algún momento pareció no tener fin. Salto de un lado para otro, doblo las rodillas, subo, bajo, meneo mi cuerpo entre el humo y las personas.

El estomago me esta matando, busco un poco de agua, no consigo nada, busco la unidad médica y un pepto soluciona mi malestar. Ahora abandono a The Cribs y comparto con Yorch Lo-Fi-Fnk. Entonces aparece un pez naranja.

And I don’t quite understand just what this feeling is. But that’s okay ‘cause we’re all sorted out for E’s and wizz.

Corremos, Saltamos, Cantamos, estamos entre amigos, estamos felices. La música se estrella contra nuestros rostros, transportada por luces de colores. El frío parece no hacer mella en nuestros cuerpos. Descubrimos que el mundo se constituye por pulsos, por ritmos. Todo lo que nos rodea tiene y nos envuelve en un palpitar específico. Ciclos y secuencias dictan nuestro proceder y nos obligan a su vez a producir nuevos ritmos. Nuestro entorno se puede resumir en beats y todo beat puede traducirse en música. El cielo entero se convierte en una nota que sabemos y cantamos, que compartimos con los demás.

At 4 o’clock the normal world seems very, very, very far away. Alright.

Un hombre de corbata y lentes se sube al escenario: Jarvis. Las palabras no alcanzan, la música es genial, llamamos a los amigos por celular, compartimos las canciones. Yorch y yo nos sentamos en el pasto, agradecemos la amistad mutua. Es un momento ideal para que se pare el mundo, Y, en efecto, se detiene, y por unos segundos uno agradece con toda la sinceridad que conoce, mucha o poca, poder compartir momentos así con los amigos.  Dos canciones de Cut Copy, hubiera querido más, sin embargo, dos canciones muy disfrutables.  M.I.A. hermosa, se erige en el escenario entre  alarmas y balazos, nada mal, nada mal…

Entonces, la noche se rebela como epifanía, estoy escuchando a los Beastie  Boys, a mi lado una hermosa mujer rubia, con unos ojos azules que podrían encender la totalidad del cielo si así lo quisieran. Bailamos, reímos y mientras «Sabotage» suena, acompañada por miles de gritos, mis labios encuentran los de una mujer salida de la mitología romana. Una luna artificial, nada en la venenosa flor de sus labios, con una pálida complicidad. Encuentro en su boca un sonido que es más alto que cualquier Dios, un canto nunca escuchado. El milagro desnudo se viste de cuerpo y la saliva se adelanta al deseo con pasos mudos…

Sigo sonriendo, esperando que este gusto a ensueño dure al menos un día más.